Thursday, August 29, 2013

Objetos de transición

Antes esperaba que llegara alguien a curar mi corazón roto y salvarme de no sé qué. De alguna muerte inventada o algún drama tonto. Esa persona curaría todos mis traumas con sus besos y desaparecería mis cicatrices con su tacto.

La realidad de las cosas es que mis traumas siguen y seguirán ahí, pero soy consciente de ellos e intento no darles más importancia de la que merecen. Las cicatrices son parte de mi relieve, marcas que me ayudan a recordar mi caminar y no olvidar lo aprendido. Ésa es su labor y desaparecerlas implicaría desandar lo caminado, con todo lo que me ha costado.

Por lo mismo, me niego a ser un objeto de transición. Me niego a curar traumas y sanar heridas. No por egoísta, sino porque creo que es una labor que escapa a nuestras posibilidades. Creo que es incluso hasta más egoísta esperar que otro lo haga por nosotros, en vez de lanzarnos a ese oscuro y pesado trecho en el que enfrentamos nuestros miedos, nos encontramos con nuestros dolores y nos dolemos en nuestras soledades.

Sí, son fases espantosas pero necesarias. Igual de importante es darnos cuenta cuando el otro nos quiere usar como objeto de transición o cuando espera que seamos la heroína/el héroe que lo rescate de sus oscuridades. Más porque nos puede atraer la idea: quizá si los rescatamos los podremos enamorar. No dudo que sea posible pero en mi experiencia viene a costa de porrazos innecesarios. Mejor que resuelva sus pendientes y nos encontremos más adelante, cuando haya vaciado su carga emocional y traiga el paso ligero y alegre.


Será básico hacer la tarea con nosotros mismos, resolver lo que debe ser resuelto en nuestras vidas y quererse lo suficiente para que en el momento en que nos den la mano y sonrían tristemente mientras se les sale un “corté hace poco y odio las fotos de mi ex en Facebook y a veces no dejo de pensar en eso", se responda con una sonrisa indiferente: “no, gracias... no puedo resolverlo por ti" y dar media vuelta.

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